Nada
Ella se estiró en la cama como un gato perezoso
que se resiste a
levantarse de su cobija.
Era hora de salir de entre las sábanas.
Cuando
se incorporó, notó que le faltaba algo.
Se llevó la mano al pecho y ahi
estaba el hueco enorme.
Se le había llenado el alma de nada.
Se le había llenado el alma de nada.
La nada
misma.
Con su olor a aburrimiento, con las manos amputadas
y coja de la pierna izquierda.
y coja de la pierna izquierda.
La nada misma se había instalado en su pecho.
Esa nada
que sabía a sentimiento nulo.
Se sentia incapáz de volver a sentir.
Vivía...pero, sin alma, quién vive?
© Derechos de Autor Gnosis Rivera.-
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