Dominios
Me regalaste un beso que viajó directo a mis entrañas.
Te hiciste ciudadano permanente de mi vientre
y reclamaste con gallardía cada uno de mis deseos.
Hoy, te humedeces en mis ojos, y en forma de lágrima te deslizas por mis pestañas.
El aroma de tu piel ya es tradición de mi olfato.
Y en la aldea que es mi corazón, tu reinado se instaura, proclamano obediencia y sumisión.
Mis brazos se revelan y se resisten, pero tus dedos son más fuertes y toman por suyo cada hebra de mi pelo.
He de quedarme quieta, sin ofrecer resistencia.
Hace rato que he claudicado a tus antojos.
Comentarios
Publicar un comentario