Sueño para el final de un abril

La casa estaba llena de invitados. La convocatoria había sido un éxito rotundo y los principales salones de la casa, decorados de la forma más exquisita y acogedora posible, estaban llenos de nuestra gente más querida. Yo estaba sumamente alegre, iba de aquí a allá, atendiendo a todos, encargándome que cada cual tuviera su bebida en mano, que a nadie le faltase nad a. La música de fondo era delicada, deliciosa cadencia en el oído de todos, permitía la charla íntima, la risa del grupo de la esquina y las bromas de los jóvenes del salón pequeño. Todos disfrutaban, eran felices y yo con ellos. Te observaba en la distancia, dispuesto, elegante, tan ameno y divertido como te sabía ser. Recuerdo la luz de la hora. Era la tarde. Un sol tímido arropaba la terraza y se colaba discreto por los ventanales de cada salón. Recuerdo con nitidez fotográfica el estampado del mobiliario, el brillo de la madera, debidamente lustrada en la víspera. Recuerdo con exactitud el color...