¿Cómo ama una mujer que escribe poesía?


Acuarela de Keinyo White
Una mujer que escribe poesía ama desde los huesos, desde la tripa.  Ama con locura, con cada hebra de su pelo, sea rizo o lacio.  Una mujer que escribe poesía ama porque ama y punto.  Si le preguntas por qué ama, ella levantará la cabeza, la ladeará un poco, elevando la mirada; suspirará y
 se llenará de argumentos, solo para darse cuenta de que para amar no le hacen falta razones.
Una mujer que escribe poesía sabe muy bien que el amor se basta solo.

Una mujer que escribe poesía se despierta en la madrugada, con la cama llena de verbos, sustantivos y adjetivos.  Todos o su mayoría con la letra del nombre de su amado.  Ella despertará con una sonrisa de idiota en la cara y se tocará los cachetes para tratar de creérselo.  Una mujer que escribe poesía tomará todo el dolor que siente y se hará un vestido con él.  Hará de las lágrimas su compañía, mientras le duren las penas.  Luego las tomará y hará con ellas los más sentidos escritos, las mejores entregas. 
Escribirá mientras las lágrimas se vierten sobre el alfabeto.

Una mujer que escribe poesía se llevará un gran susto si llega a sentir que no ama.  Llevará su mano al pecho y urgará en su seno.  Se preguntará si entró al reino de los fantasmas sin saberlo ella.  No podrá entender nunca eso de no sentir... de no amar. Preferirá la pena del desamor, al vació de no sentirlo.

Una mujer que escribe poesía suele ver amor donde los demás solo ven cosas.  Entonces verá un árbol y le hará una prosa.  Verá una nube y construirá dos párrafos con ella.  No comprende lo que es una noche sin luna y un invierno sin lluvia ni abrazos.  Ella ama los abrazos, los besos que solo incluyen labios, esos que son suaves y modestos.  
También ama la furia de la entrega, los silencios que gritan y los ojos que, emudecidos, responden todas las cuestiones.

Una mujer que escribe poesía le hará el amor a su taza de café, en la intimidad de su cuarto.  Adorará mientras su olfato orgasma con su delicado aroma y pensará en su amor. Lo pensará por la mañana y a la tarde también.

Todo esto y mucho más hace una mujer que escribe poesía.  Pero lo que mejor sabe hacer, es volver inmortal al hombre que ama.  Porque dona su propia sangre en cada letra y por lustros, décadas y siglos,
 las generaciones verán el retrato de su amor en cada verso, 
convirtiéndolo en eterno.

Así ama una mujer que escribe poesía...



© Derechos de Autor Gnosis Rivera

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